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Zendejas, Francisco
“Silvia Molina: niñez y pubertad”
Excélsior, sec. Multilibros, 12 de octubre de 1984
¡Tenía que ser Silvia Molina! Sí, tenía que ser Silvia Molina quien nos diera estos retratos de la niñez y la pubertad femeninas, cosa que no ocurre frecuentemente en la literatura hispanoamericana, aunque ya hay buena narrativa sobre la niñez masculina, si recordamos obras de Jorge López Páez y Homero Aridjis, para citar nada más dos ejemplos.
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Urrutia, Elena
“Los cuentos de niñas de Silvia Molina”
Punto, secc. Libros, año III, núm. 121
25 de febrero-3 marzo de 1985, p.
En su libro Lides de estaño (Universidad Autónoma Metropolitana, 1984) Silvia Molina ha reunido 18 textos, algunos de ellos tan breves que no exceden 2 líneas, y que podrían muy bien agruparse en cuentos de niñas, o para ser contados a las mismas y cuentos que, una vez satisfecha la necesidad de contar la niñez y aunque la motivación no sea necesariamente autobiográfica, intentan no sólo asuntos de otras edades sino también otros recursos narrativos.
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Trejo Fuentes, Ignacio
“Lides de Estaño. Cuentos de Silvia Molina”
Excélsior, La cultura al día, vol. LXVIII
núm. 24744, 22 de febrero de 1985, p. 4
Los cuentos del reciente libro de Silvia Molina, Lides de estaño, tienen un asunto en común: la femineidad. Sé que es ocioso y hasta torpe hablar de una “literatura femenina”: la literatura es eso y ya, no reconoce géneros, esté escrita por quien sea; sin embargo, las páginas de esta obra derrochan esencias femeninas, trasudan delicadeza y suavidad, a tal grado que resulta imposible sustraernos a su señalamientos. Y es precisamente en el registro de esa temática donde encontramos una gran parte del valor del volumen; la otra se sustenta en las cualidades narrativas, estilísticas de la autora, mostradas anteriormente en sus novelas La mañana debe seguir gris y Ascensión Tun.
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Tejeda, María del Carmen
“Silvia Molina: Lides de antaño”,
Suplemento uno más uno, núm. 371
24 de noviembre de 1984, pp. 11-12.
Un constante regreso al pasado para evocar acciones que alteran el presente y que, en cierto modo, lo definen la familia como unidad quebrada, como entidad enferma; las relaciones humanas alejadas de todo lo que puede significar armonía aparecen en el libro de cuentos Lides de estaño de Silvia Molina. El libro es autónomo y tiene vida en sí mismo; va más allá del simple localismo por la universalidad del mensaje, constituye toda una personalidad, se convierte en amigo del lector y lo hace participar. Invita a la lectura desde el primer momento, no sólo por el tono coloquial, sincero, fresco y sencillo de la prosa, sino también por los temas que maneja. La narración en primera persona permite más acercamiento a las impresiones de los personajes. Todos los cuentos están narrados en primera persona, excepto uno en el que la autora parece haberse arrepentido de utilizar la tercera y repentinamente decide cambiar a primera.
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Molina, Javier
La Jornada, 4 de marzo de 1985.
“Silvia Molina presentó su libro Lides de estaño”
Silvia Molina habló de un compromiso con la escritura en la presentación de su libro Lides de estaño (serie narrativa de la Colección Molinos de Viento de la uam), ayer domingo en la Sala Ponce de Bellas Artes.
Después de su primera novela publicada La mañana debe seguir gris, vino para ella una época difícil: “El miedo al verdadero compromiso con la escritura, y por lo tanto, el silencio. Me sobraban pretextos para no escribir, y como me ponía una trampa tras otra, y en el fondo sabía que me estaba tratando de engañar, vivía un estado de angustia permanente...”
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