Mi familia y la Bella Durmiente cien años después El cuento favorito de María es La Bella Durmiente, y el tío |
Ramírez Heredia, Rafael: Silvia Molina |
Ramírez Heredia, Rafael “Silvia Molina”, Mecanuscrito, s/f Combinación múltiple: dulzura y firmeza de carácter. De voz tibia y directa. Sonrisa de apenas y alma generosa. De trazos suaves y hondura literaria. Ella, ella misma lo dice: –En medio de la algarabía, allá, en Campeche, mis primas me han preguntado ¿estás contenta?. y yo contesto: sí estoy contenta. Dicho esto con una voz que no quiere romper el silencio, con una risa que apenas se dibuja, con un tono como si no estuviera ahí, pero sí, en efecto, está contenta; lo dicen los ojos que vibran más allá de lo que quizá ella misma permite. Porque ella es de ojos de chispa, de manos cálidas, de cariño sin trucos, ella es sus hijas y su esposo, ella es su palabra y sus recuerdos, su padre ausente, jamás conocido por haberse ido antes de que ella lo adivinara, ella, Silvia, es la fuerza de su trabajo, de su editorial llevada sin prisas pero sin pausas, ella la Molina, es la escritora sin trucos, la mujer que se esconde en una enorme juego de espejos: por una parte el rostro dulce de un ser tímido –en apariencia– y por el otro la mano tensa para crear sus historias. El espejo se triplica, se hace de muchas lunas, de muchos ángulos, de muchas visiones y en todas hay una Silvia Molina, la amiga que sabe que dar es mejor a lo contrario, la escritora que recorre con una familia su viaje desde el norte, o que se mete en las mañanas grises, oque sigue las huellas de los pasos, o que se alza para denunciar una injusticia, y que en su saludo se mimetiza en el apellido de Claudio, su marido. Es Silvia Molina, la escritora mexicana que no hace bullas falsas, ni promesas vanas, ni vive para las alharacas, ni funciona para las poses, ni escribe para ganar famas, ella escribe porque trata de mostrar su verdad, sus palabras hechas con cincel, su imaginación corriendo con sus recuerdos, sus historias que van más allá de su vida porque ella crea para vivir viviendo su creación y su ternura. |