Mi familia y la Bella Durmiente cien años después El cuento favorito de María es La Bella Durmiente, y el tío |
Tejeda, María del Carmen: Lídes de estaño |
Tejeda, María del Carmen “Silvia Molina: Lides de antaño”, Suplemento uno más uno, núm. 371 24 de noviembre de 1984, pp. 11-12.
Un constante regreso al pasado para evocar acciones que alteran el presente y que, en cierto modo, lo definen la familia como unidad quebrada, como entidad enferma; las relaciones humanas alejadas de todo lo que puede significar armonía aparecen en el libro de cuentos Lides de estaño de Silvia Molina. El libro es autónomo y tiene vida en sí mismo; va más allá del simple localismo por la universalidad del mensaje, constituye toda una personalidad, se convierte en amigo del lector y lo hace participar. Invita a la lectura desde el primer momento, no sólo por el tono coloquial, sincero, fresco y sencillo de la prosa, sino también por los temas que maneja. La narración en primera persona permite más acercamiento a las impresiones de los personajes. Todos los cuentos están narrados en primera persona, excepto uno en el que la autora parece haberse arrepentido de utilizar la tercera y repentinamente decide cambiar a primera. En La casa nueva existe un matiz de ironía, denuncia y reproche. Los temas recurrentes (incredulidad, rencor ante el engaño, choque entre padres e hijos) concuerdan con la estructura: el relato parte de una situación actual, regresa al pasado y toma de él lo que necesita. Esta armonía se ve confirmada por el justo énfasis en algunos factores como la imaginación y la ensoñación del personaje narrador y el situar al término del relato el hecho más importante para él. El final se presiente a lo largo de la historia por los indicios que hay en el primer párrafo. Sin embargo, se recibe como un golpe y no deja de causar impacto en el ánimo del lector. La carencia, la frustración, el anhelo de algo no poseído desembocan en una gran desilusión originada por el choque de un mundo de sueños con la realidad. Es éste uno de los cuentos que presenta mayor unidad. Ya no te lo voy a leer, no parece tener una idea central que lo rija. El fin de una relación amorosa es el tema que más sobresale, aunque la autora ha dado mil vueltas para encontrar un pretexto para llegar a él. Lo que al principio parece ser una simple anécdota en El paraíso perdido, adquiere carácter de cuento durante la lectura, porque la autora tiene la habilidad de provocaren el lector una sensación de suspenso y de incertidumbre sobre el desenlace y, además, porque el relato tiene principio y fin en sí mismo. La impotencia para destruir el dominio que se ejerce sobre el personaje central, la frustración, la carencia y el impedimento se manifiestan nuevamente en Amira y los monstruos de San Cosme. El personaje otra vez es una víctima. El cuento está bien logrado a pesar del gran número de datos sociales y familiares que desvían un poco la lectura, pero que quizás son necesarios para entender la crítica a la educación que yace plasmada en el fondo. Al igual que La casa nueva, ¿Qué hubieras hecho?, es uno de los que tienen mayor unidad. Desde el principio se plantean las circunstancias y se desarrollan sin desvíos hasta llegar al final. La narración se envuelve a sí misma como con un manto y conduce al receptor, lo lleva de la mano como deslizándose. En general, el libro es bueno y vale la pena dedicar un tiempo considerable para disfrutarlo o —si se pretende un mayor acercamiento al texto— analizarlo y entenderlo. |