Anónimo
Entrevista con Silvia Molina
La Jornada, 13 de junio de 1987
La familia vino del norte es la novela más reciente de Silvia Molina publicada por la editorial Océano. En ella se entretejen dos historias en tiempos y ambientes socioculturales muy distintos. Por un lado la relación de una muchacha con un periodista y, por otro, la vida de un general de la revolución que, siendo perseguido por enemigos políticos, se ve obligado a refugiarse en un sótano durante un año. “En realidad mi mayor problema fue el lograr que mi libro no fuera una novela histórica, sino que fuera una novela en donde de alguna manera aparecieran ciertos hechos que fueran históricos. La historia más importante no es la del general Teodoro Leyva, sino la de ella, la de Dorotea”. Silvia Molina ganó en 1977 el Premio Villaurrutia con su novela La mañana debe seguir gris. Nació en la ciudad de México en 1946. Estudió Lengua y Literatura Hispánicas en la unam. Entre sus publicaciones más importantes. se encuentran Leyendo en la tortuga, (Martín Casillas, 1981), Ascensión Tun (Martín Casillas, 1981) y Lides de estaño (uam, 19845). Actualmente en la unam la maestría en Letras. Es coordinadora editorial de Promexa.
Usted es sobrina de tres generales revolucionarios. ¿Eso la motivó a escribir una novela que toca el tema de la Revolución?
Sí. En realidad tiene mucho que ver con mi familia. La casa de mi abuela estaba llena de retratos de mis tíos los generales y sus amigos. Mi abuela siempre hablaba de ellos y contaba anécdotas acerca de sus aventuras de la Revolución. Era una señora muy anciana cuando yo la traté. Los ancianos siempre se instalan en ciertas cosas y ella no podía ser la excepción, contaba con insistencia la vida de mis tíos y de todos los generales que había conocido a través de ellos.
Teodoro Leyva, uno de los protagonistas de su novela, ¿es un personaje real o vive anécdotas que le ocurrieron a sus parientes?
Las anécdotas que vive Teodoro Leyva son históricas. Claro que transformadas y manejadas por mí. La anécdota de su encierro y el motivo de su persecución por relacionase con Benjamín Hill y con Francisco Serrano, es real. Yo de niña siempre oía todo eso, pero tenía muchísimas versiones. Por un lado la versión de mi abuela, por otro la de todas mis tías y sus hermanos. Finalmente todas eran diferentes.
¿Entonces Teodoro es una conjunción de los generales revolucionarios conocidos por usted?
Sí. Lo inventé no solamente en base a los familiares, sino en base a todos los generales que yo conocí. Sin embargo, es verídica la persona a la que le sucedió la persecución y el encierro. No le puse su nombre porque en el fondo no es el mismo que planteo en la novela, ni su familia es la verdadera.
El hecho de que este general hubiera estado encerrado en un sótano ¿lo supo desde que usted era niña?
En realidad era un secreto familiar. Y eso también lo plasmo en la novela. Mi familia no hablaba de la guerra de la revolución cuando ya estábamos en la paz. Era un secreto el saber por qué había estado encerrado; es más, no se decía ni siquiera que había estado encerado. Desentrañar eso fue un poco difícil. Sin embargo, por último, platiqué muchísimo con el general que estuvo encerrado. Creo que debe estar escribiendo sus memorias porque a las preguntas que le hacía me contestaba casi con punto y coma. Era como si lo hubiera platicado, entendido y recordado mucho. Siempre pensé que éste era un buen tema para la novela, pero no me aventuraba a escribirlo porque yo conocía muy poco sobre la revolución. |