Acevedo Escobedo, Antonio

El Universal

Columna: Un simple observador

Dos mujeres en el fuego

México, sábado 5 de noviembre de 1977

(La primera parte de la columna se refiere

a Minotauromaquia de Tita Valencia)

Dos mujeres en el fuego

[...] Llega en estos días a nuestras manos un nuevo
libro: La mañana debe seguir gris, por Silvia Molina, editado por Joaquín
Mortiz —especializado, como se sabe, en el lanzamiento de jóvenes valores.

Valadés, Edmundo

Novedades

Sección de escritores y libros

Jueves 17 de noviembre de 1977

La mañana debe seguir gris

Testimonio de la relación amorosa entre la autora y el
fallecido poeta José Carlos Becerra, escrito con valerosa sinceridad, en lo que
implica una liberación de la muchacha mexicana de clase media, universitaria,
cuando en decisiva experiencia de un viaje a Londres se plantea la
circunstancia de romper o no las ligas y prejuicios familiares en pos de
decidir por sí misma lo que debe ser su vida. Becerra aparece allí como el
instigador de esa libertad que queda en suspenso por su imprevista y trágica
muerte. La historia, de gran interés a pesar de la sencillez del relato, vale
quizá más por lo que sugiere que por lo que cuenta. Mérito loable.

Xirau, Ramón

Libro a Libro

Revista Diálogos No. 79

El Colegio de México

Vol. 14, No. 1 (79), enero/feb. 1978

[La mañana debe seguir gris]

Pocos —pocas en este caso— se atreven: contar
sus amores con una persona que llenó, en cierto momento, su vida; confesión
personal, hermosamente escrita y, ante todo, emocionante. Veo que van ya varias
frases y que no cito ni a la autora ni al libro. Paso a citarlos: Silvia
Molina, La mañana debe seguir gris, Joaquín Mortíz, 1977. A esats horas ya todo el mundo sabe que se trata de los
amores entre a autora y este hombre que fue un gran poeta y un gran amigo: José
Carlos Becerra. El libro es sencillo; precisamente por esto es emocionante.
Ante libros como éste siempre acaba uno recordando la frase de Verlaine: "et tout le reste est littérature"
Sin duda puedo decir que este libro de Silvia Molina —buena escritora, por
cierto— es de los que me han emocionado de veras; me atrevo a decir que es
acaso el libro más original del año en este género que se acerca a la narrativa
pero que es sobre todo confesión de amor y dolor. ¡Qué alegría esta
espontaneidad vivísima! Buena muestra de un tipo de escritura que cultivan a
veces ingleses, norteamericanos, franceses; demasiado pocos entre nosotros.
Léase este Becerra cotidiano, este José Carlos-Silvia que vale mucho más que
una novela de amor.

García Aguilar, Eduardo

“De Silvia Molina. Una novela de mujer”,

Excélsior, sec. Cultural, 18 de marzo de 1981.

Sobre La mañana debe seguir gris

Temblorosos, húmedos como los moluscos, balbuceantes, los hombres nos hemos escondido tras las palabras, ocultando miedos, deseos, esgrimiendo la máscara. No es osado hablar de una novela de hombre, avejentada en la simetría de los palacios dictatoriales o de los burdeles grotescos, y una novela de mujer hundida hasta la médula en el amor y en el cuerpo. Esto no olvida las excepciones que confirman la regla y una generación de jóvenes narradores que ya no temen desnudar en sus textos los temblores de la duda y la palpitación de sus corazones alejados hoy, por suerte, del pipi garcíamarquesco, el burdel vargasllosano y el fusil agrícola con los que se ha ametrallado a la literatura latinoamericana.