Zendejas, Francisco
Excélsior
Sección C
Columna: Multilibros
Sábado 29 de octubre de 1977
Un libro extraordinario es el que, con el título de La mañana debe seguir gris, ha escrito y publicado Silvia Molina (ed. J. Mortiz). La autora, originaria de esta ciudad, es la primera escritora mexicana que se atreve —y logra— poner en términos literarios lo mejor, a la vez lo más doloroso, de su vida.
El amor con un poeta mexicano que hubiera llegado a ser el príncipe de la poesía mexicana de esta generación si no hubiera muerto en la carretera a Brindisi, Italia, manejando locamente su auto rumbo al embarcadero para Grecia: José Carlos Becerra.
El libro no es, propiamente, una novela. Los editores lo califican de literatura testimonial. Nosotros preferimos colocarlo en el género de "varia" que Alfonso Reyes designara para aquellas obras que no cben en uno de los géneros tradicionales.
Empeiza con una cronología de los días en que la autora vivió en Inglaterra, estudiando (y trabajando), y donde conoció al poeta mexicano. Esa primera parte termina con la escueta nota periodística del accidente mortal sufrido por Becerra el 27 de mayo de 1970 cuando el poeta tenía 33 años.
Luego sigue el relato en forma de monólogo sostenido hasta el final. Es la relación de algunas vidas mexicanas en Londres y otros lugares británicos; las diversas formas en que los jóvenes estudiantes se acomodan a la vida londinense y de cómo otros, la tía de la autora, se vuelven más secos, adustos y cerrados que la antigua niebla londinense, porque han de saber ustedes que la niebla de Londres es cosa del pasado. |