Mi familia y la Bella Durmiente cien años después El cuento favorito de María es La Bella Durmiente, y el tío |
Lamadrid Estrada, Víctor: Entrevista a Silvia Molina |
Lamadrid Estrada, Víctor, “Entrevista a Silvia Molina: segunda y última parte”, Boletín Cultural. Órgano Informativo de la Casa de Cultura de Texcoco, núm. 8, mayo-junio de 1991.
VÍCTOR: ¿Crees que los críticos en realidad tienen capacidad para criticar? SILVIA: (Pausa) Lo que pasa es que hay pocos críticos. Yo sí pienso que haya críticos en México que tienen una capacidad para analizar textos. Pero creo que la mayor parte de la crítica que se hace en México y que se hace en los periódicos, no es de gente profesional en el sentido que son críticos de carrera, sino es gente que se hace en la redacción de los periódicos que les gusta la literatura o que les gusta escribir y entonces hacen reseñas, en donde te cuentan un poco de qué se trata el libro y además te dan un juicio personal, en donde te recomiendan la novela porque les gusta o critican la novela en lo que no les gustó, pero no es un análisis realmente profundo. En primer lugar para hacer una buena crítica de un libro, un buen ensayo sobre un libro, se necesita mucho tiempo y la mayor parte de los que hacen eso no disponen de tiempo y no tienen un salario y les pagan trescientos pesos por hacer una reseña y además tienen que comprar el libro, ni siquiera se los dan. Claro que lo que hacen es vivir de leer un labro que les guste o no les guste y hacer una nota sobre el libro. Lo cual para ellos es válido, no digo que no. VÍCTOR: ¿Crees que una opinión contraria a un artista joven, a un literato joven, puede afectar su carrera; puede lastimarlo? SILVIA: Si de veras es escritor, si de veras es artista, se sentirá lastimado, pero finalmente seguirá escribiendo. Por ejemplo, yo daba antes talleres literarios, yo tengo muchos amigos escritores, entonces algunos de ellos estaban en un taller que daba Tito Monterroso y cuando me contaban lo que hacía, yo decía: ¡qué malo!, porque lo primero que hacía era decirles, la literatura no sirve para nada, la literatura no transforma el mundo, no cambia nada, no les da de comer, no sirve para nada, mejor búsquense otra profesión. Los corría y hacía unas críticas muy duras. Cuando a mí me tocó coordinar talleres literarios yo me dí cuenta, que de veras había que correr a la gente que no era ahí su lugar. Por ejemplo, yo tenía un señor que iba al taller de literatura, nunca escribió una línea, siempre que intervenía era para decir cosas que no venían al caso, me quitaba tiempo, me distraía y yo no le veía madera de escritor, pero para nada. Era un señor grande que de pronto no tenía nada que hacer y estaba ahí, entonces yo dije mañana voy a decirle que se vaya, realmente, qué hace en mi taller, y un día le pregunté ¿tú qué haces?, me dijo pues nada, yo soy un obrero de Euzkadi. Él estaba especializado en meter un tornillito en no sé dónde y lo corrieron y no encontraba trabajo en ninguna parte, entonces estaba ahí como distrayéndose de la angustia. Entonces cómo le digo ahorita que además también se va a ir de aquí. Eso fue como un conflicto para mí y no me animé a decirle que se fuera, pero yo sabía que ese señor se iba a ir, porque no era lo suyo, su mundo no era la literatura. En cambio tenía otro chavo que era muy soberbio, nunca quería
corregir nada, tenía buenas ideas, no escribía mal, así como que yo pensaba que a la larga podía ser escritor, pero era flojo y el escritor es disciplina, si escribes un texto, si está mal lo corriges, si está mal lo vuelves a corregir. Entonces a ese chavo yo le decía de qué se iba a morir y un día le dije no vuelvas a mi taller, si tú no quieres corregir un texto vete de aquí y a ese cuate, por ejemplo, lo corría, de veras lo lastimaba yo, y ese cuate era escritor y hace poquito me invitó a la presentación de su libro y entre las cosas que dije fue, bueno, este cuate era escritor, porque lo corrí veinte veces y ahí iba, o sea el que es escritor escribe. Ahora muchas veces, ves las críticas y son críticas muy subjetivas, de pronto el crítico reseñista no quiere al autor o le molesta su literatura y dice cosas muy líricas que hieren. Tú te das cuenta cuando hacen una nota en ese tono, la gente que lee eso dice, qué mal se vio el crítico. VICTOR: ¿Por qué escribes, qué es lo que busca Silvia Molina al escribir? SILVIA: Yo siento que tengo algo que contar. Cuando escribo algo es porque pienso que lo puedo contar o que puede ser interesante. Muchas veces es una manera de entenderme a mí misma, pero también entiendo a todo lo que me rodea. Como yo siento que el arte de la escritura ayuda a la comprensión de sí mismo y de los otros. VICTOR: ¿Es un análisis del entorno? SILVIA: Es que tiene muchas cosas, mira, primero por ejemplo, puede ser un análisis del entorno o puede ser un análisis personal, pero cuando ya estás metido en el mundo de la escritura, puede ser incluso una aventura. Yo quería contar algo, pero lo que te interesa no es contar esto, sino ver cómo lo voy a contar, qué estructura le voy a dar, entonces ya te metes en otro rollo. Ya estás buscando cosas de técnica. Como en el caso de, “La familia vino del norte”, claro que me interesaba contar la historia de Teodoro Leyva, pero me interesaba más el transcurso de la escritura como voy a hacer que la historia no suene a Historia, sino que suene a una conversación cotidiana, por eso encontré ese tono; es muy fácil que en una relación maestro-alumno, novio-novia o padre-hija digas: fíjate que mi abuelo... y viene la historia, ese es un tono de conversación y estás contando un dato histórico. Muchas veces la preocupación ya pasa más a otro nivel, no solamente qué es lo que cuento sino cómo lo voy a contar, y en ese transcurso, es que el escritor cuando mejor se siente es cuando está escribiendo. VICTOR: Se comenta que Juan Rulfo al escribir “Pedro Páramo” llegó a una especie de clímax, ¿crees que con alguna de tus novelas te ha sucedido lo mismo? SILVIA: Siento que aún no he escrito lo que quisiera escribir, y además no sé si lo voy a escribir. VICTOR: ¿Te genera angustia cuando escribes, la posibilidad de que esa sea tu mejor novela, buscas eso? SILVIA: No me genera angustia al momento en que estoy escribiendo, me genera angustia cuando no estoy escribiendo nada, eso sí. Por ejemplo, ahora que terminé la última novela he estado de lo más preocupada porque, de aquí a que escriba otra cosa... porque para que me caiga el veinte me tardo años. Entonces de pronto se me ocurrió una obra de teatro y empecé a escribirla, entonces de nuevo me sentí escritora. Y la hice lo mejor que pude, así como mi última novela, pero mientras yo sienta que estoy escribiendo no me siento mal. VICTOR: A tu modo de ver, ¿cuáles son los elementos con los que tiene que contar un escritor? SILVIA: No sé, porque todos los escritores son muy distintos, yo que tengo tantos amigos escritores no hay uno que se parezca al otro, todos son muy distintos, todos escriben a diferente hora, tienen distinto método. Algunos son muy disciplinados otros no, y de repente escriben una obra genial. VICTOR: ¿Crees que hay suficiente apoyo para los escritores mexicanos? ¿crees que pueda uno considerar que al escribir va a ser pronto aceptada su novela, suponiendo que sea buena o tiene que pasar antes por una burocracia establecida? SILVIA: Pasa, por lo general, pero si un libro es bueno se publica. Por lo general un escritor se ampara en otro y le dice: tengo un manuscrito, ¿échale un ojito no? VICTOR: ¿Consideras que la mujer profesionista mexicana debe de salvar más obstáculos que el hombre profesionista, para destacar? SILVIA: No lo creo, yo creo que tenemos igual oportunidad. Lo que si he notado un poco por ejemplo, cuando empezaba yo a escribir, era que mis amigos los escritores se encerraban en un lugar y decían estoy escribiendo, no me molesten, y tú estás escribiendo y el niño llora y tienes que ir y viene el gas y hay que salir, ese es el tipo de desventajas, en cuanto a que estás escribiendo y estás participando en la vida cotidiana como mujer. Pero llega un momento en que tú impones un orden, y dices yo estoy escribiendo y mi actividad de escritora es tan importante como la actividad del abogado, así que no me molesten porque estoy escribiendo. Uno tiene que buscar el respeto para su profesión, esto no quiere decir que va a haber una fractura en tu familia, simplemente es cuestión de reacomodar las cosas. VICTOR: ¿Hay alguna novela en proceso? SILVIA: No. VICTOR: ¿Cuando escribías “Dicen que me case yo” ya tenías el proyecto de escribir “La imagen de Héctor”? SILVIA: “La imagen de Héctor” la tenía de toda la vida, porque es una novela sobre mi papá. Entonces toda la vida fue la búsqueda de mi padre. Es también una novela histórica en la que tomé mucho tiempo en la recopilación, en la investigación y todo eso, pero después de “La familia vino del norte” prácticamente me dediqué más a la escritura de “La imagen de Héctor” que a “Dicen que me case yo”, este es un libro de cuentos en cuya primera parte va incluido un libro que ya se había publicado “Lides de estaño” y en la siguiente parte son otros cuentos que yo tenía, que de alguna manera iban surgiendo paralelamente, entonces estaba yo más preocupada en la investigación de “La imagen de Héctor”, que en ese libro que en realidad se hizo solo. VICTOR: ¿Por qué el título “Dicen que me case yo”? SILVIA: Porque casi todos los cuentos son voces de mujeres a excepción de uno. Y tienen algo en común, tiene que ver con la familia y con la relación de la pareja. |