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Ávila, Sonia: Rescata a Matamoros, el estratega militar |
Ávila, Sonia “Rescata a Matamoros el estratega militar” Excélsior, núm. 33923, 22 julio de 2010, p. 7. En la historia de la guerra de Independencia mexicana existen personajes opacados por los grandes protagonistas, que en el mejor de los casos se convirtieron en el nombre de una calle o de un ciudad del país. Éste fue el destino del cura Mariano Matamoros, estratega militar de José María Morelos y Pavón. Descrito como un hombre carismático, fiel a la Iglesia católica y a la lucha independentista, Matamoros quedó a la sombra del insurgente Morelos a pesar de dirigir varias batallas y reorganizar el ejército mexicano, integrado por indígenas. Este transitar “casi anónimo” de Matamoros llamó la atención de la escritora Silvia Molina, quien descubrió en archivos históricos y libros errores biográficos, por lo que se dio ala tarea de documentar al sacerdote, a través del relato de Apolonio Matamoros, su supuesto hijo adoptivo. Matamoros. El resplandor en la batalla (Grijalbo) es, a decir de la investigadora, una novela que convierte en humano a un hombre que quedó en el nombre de una entidad o en una estatua. “Es la vida íntima de un ser humano, muy carismático, un hombre virtuoso, gran estratega militar”, apunta la autora. Molina detalla, en entrevista, que el cura fue amigo cercano de Morelos por afinidades religiosas, y en 1811 se enrola en el ejército insurgente no por convicción militar sino para proteger a su amigo de ser asesinado. “Cuando Matamoros llegó al ejército era un caos, porque la gente era de pueblo y no tenían instrucción militar. No sabían seguir órdenes y los jefes no sabían seguir órdenes y los jefes no sabían ordenar. Entonces se dedica a organizar el ejército, les da ordenanzas y los viste; resulta ser muy buen estratega y va ganando batallas importantes”, explica. Sin embargo, al sacerdote nacido en la Ciudad de México no le interesaba hacer carrera militar, más bien se preocupaba por apoyar desde la Iglesia la Independencia del país, por lo que no le importó quedar en segundo plano histórico. “Matamoros nunca fue un personaje al que le gustara estar presente; no estaba haciendo una carrera política, a diferencia de otros que sí buscaba ese objetivo. Nunca dejó de hacer gala de su condición de sacerdote, nunca contravino en la medida de lo posible ser sacerdotal” dice Molina. A través de las memoria Apolonio, quien pudo ser hijo legítimo del sacerdote, la también coordinadora de publicaciones del Instituto Nacional de Bellas Artes ofrece un recorrido anacrónico por la vida de Matamoros, desde su formación religiosa, su ejercicio como militar y sus pasiones, y contradicciones en el andar diario de la guerra independentista. “Es una novela apegada a la realidad, no vemos momentos de ficción, porque la intención es ofrecer una mirada de dentro de la vida cotidiana de los que participaron en la guerra de Independencia. Qué hacían, qué pasaba cuando se despertaban y anochecía, qué comían” concluye. |