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Mi familia y la Bella Durmiente cien años después El cuento favorito de María es La Bella Durmiente, y el tío |
Ortiz González, Alejandro: La imagen de Héctor fue superada: Molina |
Ortiz González, Alejandro “Entrevista. La imagen de Héctor fue superada: Molina”, El Nacional, sec. Cultura, 5 de septiembre de 1994.
“Como muchos hombres de su época, Héctor Pérez Martínez (Campeche, 1906, Veracruz, 1948) fue un escritor y periodista que era al mismo tiempo funcionario público”, se lee en la segunda de forros del primer tomo de Obras Completas (recién se publicó el cuarto tomo) que de este autor vienen publicando desde 1993 el Gobierno de Campeche y la Editorial Corunda, dirigida por su hija, la también escritora Silvia Molina. En 1929 (a los 23 años), ingresó como corrector de estilo al diario El Nacional Revolucionario, de donde pasó paulatinamente a ser jefe de información, secretario y jefe de redacción y subdirector, cargo que dejó para ocupar la gubernatura de su estado en 1939, de donde había sido diputado en 1937. Estuvo luego en la Secretaría de Gobernación como oficial mayor (1943), subsecretario (1945) y titular de la dependencia en 1946, puesto que ocupó hasta que la muerte lo sorprendió en el puerto de Veracruz, el 12 de febrero de 1948. —¿Cómo se da el interés por editar la obra completa de Héctor Pérez Martínez? —Desde luego yo conocía los libros que él había publicado, todos los prólogos que había hecho, conocía su obra; incluso porque cuando estudié la carrera de Lengua y Literatura Hispánicas en la unam, quise hacer mi tisis sobre sus dos libros más conocidos, Cuauhtémoc, vida y muerte de una cultura y Juárez, el impasible. Cuando empecé a hacerla fui a la Hemeroteca y saqué todos sus artículos publicados, la mayoría en El Nacional Revolucionario, y recopilé toda su obra en periódicos, y todo lo que se había escrito ubre él. Tenía, entonces, todo ese material guardado, y quería hacer una edición simplemente de todos sus artículos; pero conforme pasó el tiempo me di cuenta de que había varios libros publicados que no se habían vuelto a reeditar, que me parecieron muy interesantes. Luego de ver todo lo que había escrito advertí que no podía hacer la tesis sobre mi papá porque me faltaba objetividad: no sabía si me gustaban porque era mi papá o si porque realmente eran buenos. Afortunadamente cambié el tema de mi tesis. —¿Y la edición, propiamente cuándo se inicia? —Cuando mi madre se mudó, empacaron toda la biblioteca en desorden, porque estaba muy bien catalogada. Conforme fui desempacando y leyendo sus papeles particulares y correspondencia, advertí que había muchas cosas importantes. Me decidí entonces por publicar las Obras Completas, pero toqué muchas puertas sin suerte. En cierta forma la obra de mi papá estaba olvidada; la gente de su generación todavía lo valoraba, pero los jóvenes de hoy no lo conocen. Tuve la suerte, pues, de que desde el año pasado le ofrecí la coedición al Gobierno de Campeche, misma que aceptaron con gusto. El año pasado se publicaron los dos primeros volúmenes, Juárez, el impasible (novela) y Cuauhtémoc. Vida y muerte de una cultura (novela), y este año sacamos cuatro volúmenes, dos ya están circulando (Un rebelde, que fue publicado por entregas en El Nacional, e Imagen de nadie, inédita; en el tomo 3, y seis ensayos en el tomo 4). Están por salir El periodismo, con un prólogo de Femando Benítez, y una plaquette con una selección de sus mejores poemas. |