Meléndez, Jorge
“La voz invitada" Silvia Molina: pasión y belleza”
El Universal, 8 de enero de 1993.
Desde La mañana debe ser gris, Silvia Molina se mostró como una buena narradora. Sabía encontrar las emociones, construir las anécdotas, dotar a las palabras de un raro sentido de pertenencia a un mundo que nos parecía cercano pero también extraño, descubierto por alguien que transitaba sin pedir permiso en ningún lado.
La familia vino del norte confirmó que estábamos ante una escritora que iba creciendo, tenía herramientas cada vez más sólidas, encontraba en los asuntos aparentemente más triviales situaciones interesantes e intensas y sabía crear las situaciones más diversas y contradictorias.
Ahora, en Un hombre cerca (Cal y Arena), nos vuelve a mostrar que estábamos ante alguien que con pasión, oficio, paciencia y recursos cada vez más amplios sabe poner la palabra donde debe, no dejar caer la historia, nos lleva de la mano por laberintos que desembocan en finales tiernos o inesperados.
Los cuentos de Un hombre cerca son diferentes y tienen como hilo conductor las relaciones entre la pareja. La ilusión del momento amoroso, la quiebra de la unión y las justificaciones que se pueden encontrar, el encuentro que da esperanzas pero se tiene miedo de llevarse hasta sus últimas consecuencias, el mito paterno y el descubrimiento del hombre, la belleza y las frustraciones, los encuentros furtivos, los divorcios y las posibilidades de nuevas relaciones y la vida cotidiana que tiene como sustento una serie de cosas que no alcanzamos a explicarnos realmente, son algunos de los temas que encontramos en los siete cuentos que forman el libro.
El primero de ellos “Domingo”, nos recuerda, en una forma breve y concretada, la novela de Ricardo Garibay, Triste domingo, pues para muchos amores clandestinos el fin de semana es un suplicio que llega en ocasiones a la neurosis o la aparente tranquilidad. La memoria, entonces, se desvía a todas partes menos a la presencia gratificante del amado.
“Nightmare (La noche de Mara)”, es el encuentro con la amante del esposo y las incomprensiones que se dan por falta de hablar y plantear las cuestiones de fondo, sin andar recurriendo a interpretaciones o trampas mil.
En “La tormenta”, la indecisión frustra la posibilidad de encontrar la dicha que se busca. El camino para llegar a la meta se ve siempre plagado de los obstáculos mayores: el dar un paso fundamental en lo que se persigue como meta. La evasión es siempre la madre de todas las lamentaciones.
“Hospital” son las evocaciones y reclamaciones de una hija a un padre que está por morir. No pareciera algo que tiene que ver con la pareja, pero en muchas ocasiones ante la falta de una verdadera relación con un hombre que la satisfaga plenamente, la mujer busca al papá en el que proyecta muchas de sus fantasías y frustraciones...
El fracaso de las muchachas atractivas, seductoras que viven los romances más tormentosos con gente deslumbrante, se presenta en “Mentira piadosa”.
Imposibilidad para tener dos vidas es lo que sufren los protagonistas de “Una mandarina es una mandarina”. No obstante la atracción, las necesidades de convivencia, el descubrimiento de que hay otras vías por las cuales se puede transitar, ambos tienen que seguir el camino que eligieron anteriormente porque no la pueden hacer.
“Fantasmas” es el más largo y donde se habla de las cuestiones más populares como el fut americano, el box, los concursos de belleza, están vistos de manera rápida y, tal vez por ello, es el que saca de ritmo la obra.
Silvia Molina se nos descubre como una melómana, alguien que conoce pocos ambientes pero les sabe sacar jugo, quien entiende muy bien las necesidades, aspiraciones y rupturas de la Pareja. |