Mi familia y la Bella Durmiente cien años después El cuento favorito de María es La Bella Durmiente, y el tío |
Cisneros, M., Jorge: La infidelidad, eterno tema literario. El amor que me juraste, novela de SM |
Cisneros M., Jorge “La infidelidad, eterno tema literario. El amor que me juraste, novela de Silvia Molina” El Nacional, sec. Cultura, 7 de marzo de 1998, p. 44.
Silvia Molina no cree en las diferencias de género aplicadas a la narrativa. A pesar de las opiniones en torno a la existencia de “literatura femenina”, la escritora campechana asegura que tanto hombre como mujeres hacen literatura y abordan temas simplemente a través de miradas personales. Recientemente comenzó a circular El amor que me juraste (Planeta, 1998), donde la novelista narra uña historia “de amor o desamor, quien sabe cómo se vea” marcado por la presencia de la infidelidad, aunque sin considerar que alguno de los géneros es más proclive que el otro a cometerla. Dos mujeres de la novela se enfrentan a la infidelidad; no obstante, Molina expresa que no hay afán moralizante porque da lo mismo si la comete un hombre o una mujer, además de que no tiene una referencia preestablecida acerca del “horror” que significa la infidelidad de uno u otro sexo. “Creo que la infidelidad es tan vieja como el ser humano, no es ninguna novedad y también es un tema que la literatura siempre ha abordado. Al escribir nunca pensé expresamente en contar una historia de amor. Quizá lo que quieres transmitir es el dolor, los momentos en los que tienes que tomar decisiones”. A pesar de que, sobre el tema se han escrito muchas variantes, opina, siempre es posible hallar rasos de originalidad al hacer un enfoque personal; aunque haya escritos previos, dice, el tema está ahí y la manera de abordarlo lo hace distinto. “Las circunstancias de los personajes, su época, el pasado, presente y futuro de los personajes influyen, las historias no son idénticas, son diferentes como los seres humanos lo son entre sí”. El libro se desarrolla en un ambiente social que los mexicanos tenemos muy presente: el turbulento año de 1994. La elección se debe a que la escritora siempre ha estado preocupada, según apunta, por dar un marco histórico a sus escritos y todos, desde La mañana debe seguir gris hasta La familia vino del Norte, tienen esa característica. “El de esta novela es 1994 y la historia se desata en el tiempo en que el país está pasando por un cambio político y social. A partir de ahí se puede entender al personaje. Otra referencia histórica es el lugar llamado, San Lázaro, que es un puerto ubicado en algún lugar del Golfo de México. Tiene esas referencias para situar a un personaje de la historia, aunque la del lugar sea un poco ficticia, pero el marco de referencia histórico es verdadero”. Los acontecimientos de 1994 no cambiaron la escritura de Molina, señala, pero el marco histórico sí ha provocado modificaciones en sus puntos de vista. “Este desarrollo de la sociedad civil, el hastío ante las comisiones que investigan a los que investigan, los sucesos de Chiapas, etcétera. Todos son acontecimientos determinantes para esta llegada al próximo siglo. El imaginario puerto de la historia guarda algunas. similitudes con Campeche; tierra de origen de la escritora, aunque advierte que algún natural del lugar criticaría su visión porque incluye muchas cosas que el lugar real no tiene. “En este libro se recoge parte de la atmósfera de Campeche, imagen y eternidad. Nunca me he podido desprender de ese lugar porque nunca viví ahí y ahí están mis orígenes, conozco la historia del lugar y su gente. Siempre estoy recuperándolo, ya sea por la memoria o por la escritura, es donde están mis muertos. Es un lugar que me heredaron y quizá por no haber nacido allí ni haber vivido nunca en él lo llevo muy adentro”. La preocupación por la verosimilitud y la referencia histórica hacen pensar en un trabajo de escritura muy minucioso y Silvia Molina expresa que corrige constantemente todos sus textos y de esta nueva novela se hicieron varias versiones hasta encontrar la voz definitiva. “Uno siempre hace eso, tratar de evitar un error que pueda perjudicar al resto de la novela. Cuidar que un dato histórico sea correcto porque si alguien te dice que no lo es ya se cayó tu novela. Tengo cuidado sobre todo con el lenguaje, corrijo y simplifico tanto como puedo, construyo oraciones muy cortas, casi no uso adjetivos. Es un proceso de corrección constante”. |