Mi familia y la Bella Durmiente cien años después El cuento favorito de María es La Bella Durmiente, y el tío |
Padilla A., Adriana: Silvia MOlina: "La imagen de Héctor Pérez Martínez poco valorada" |
Padilla A., Adriana, “Silvia Molina. La obra de Héctor Pérez Martínez, poco valorada en el país” Excélsior, 30 de julio de 1995.
Múltiples preguntas pueden hacerse con relación a la vida y obra de Héctor Pérez Martínez. ¿Fue el periodista, el escritor o el político de su tiempo? Tales referencias constituyen una mínima porción de la verdadera importancia de este personaje que a 47 años de su muerte es poco valorado. La reconstrucción de su quehacer no ha sido cosa fácil. Si el tiempo se vengó segando su vida en plena madurez, a los 42 años, sus aportaciones creativas muestran su solidez y bien balanceada creatividad tanto como escritor y funcionario público en su estado natal Campeche y también en la república. Héctor Pérez Martínez (Campeche, 1906-1948) mostró a lo largo de su existencia un gran amor a las letras, al indigenismo y la historia. Son muy recordadas las enardecidas polémicas que sostuviera con Alfonso Reyes y José Elguera —desde su columna “Escaparate” del periódico El Nacional Revolucionario, del cual llegó a ser subdirector—, la primera en torno al nacionalismo y la segunda en torno de frailes y comuneros, que en este momento es de gran actualidad, por la situación que se vive en Chiapas. Lo anterior puede ser constatado por su hija, Silvia Molina, quien ha publicado su obra en cuatro tomos. El primer volumen reúne Juárez, el impasible y Cuauhtémoc, vida y muerte de una cultura, el segundo constituye su parte periodística, donde se encuentran las dos polémicas, una selección de su obra y dos apéndices con todos sus artículos publicados y la hemerografía y las crónicas de los caminos de Campeche. En el otro volumen están publicados los principales ensayos, tanto literarios como históricos. Y el cuarto una parte de sus novelas. La autora de Imagen de Héctor está indecisa por publicar el quinto libro, que consistiría en dar a conocer la parte poética de su padre, que se llama Se dice de amores en cinco sonetos. ¿Por qué no se ha valorado la obra de tu padre? Porque murió muy joven. Se conocía su obra Juárez, el impasible y Cuauhtémoc, vida y muerte de una cultura, pero su demás trabajo es taba disperso en los prólogos que hizo para los libros de historia, relacionados con la península de Yucatán. El periodismo que ejerció nunca fue recopilado. Ese fue mi interés al recopilar su obra: que se supiera más sobre su labor corno escritor. Te puedo decir que sí se ha olvidado, a lo mejor porque casi todos sus contemporáneos ya fallecieron. Recuerdo, cuando niña, que se le recordaba en sus aniversarios y los suplementos reproducían algunos textos de él, pero en realidad a todos los hombres de su tiempo se les recuerda poco. Aunque a veces me sorprende saber que mucha gente leyó el Juárez o Cuauhtémoc, pues fueron los más populares, porque además estaba de moda el indigenismo en cierta forma. Desde el punto de vista político siento que fue muy hábil, a pesar de ser tan joven, que entendió muy bien su tiempo. A mí me costó mucho trabajo aceptar que parte del mito que habla en torno a él era cierto. Porque todo mundo hablaba del hombre más honesto, el más digno, el más simpático. Yo me pregunto cómo es posible que un hombre reúna tantas cualidades. Y en parte fue verdad. Su gubernatura en Campeche fue de avanzada, con tendencias socialistas. Puedo decir que era un intelectual de izquierda. Se preocupaba por el bienestar social, era implacable con el presupuesto. En Campeche se le recuerda como uno de los mejores gobernantes. Una cosa poco usual. El supo atraer a sus enemigos políticos, porque los tenía, pero los atrajo para que trabajaran con él. Lo mismo sucedió en su gestión como secretario de Gobernación. Su habilidad consistía en arreglar los problemas con una buena disposición del humor. ¿Cómo fuiste descubriendo al hombre intelectual y político? Primero porque en mi casa siempre hablaban de él y sabía de su trayectoria. El primer libro que leí de él fue Por los caminos de Campeche, que está escrito en primera persona, durante su recorrido que realizó en su campaña para gobernador. Esto me impresionó por el simple tono en que es narrado como si estuviera hablando él. Me dio curiosidad por saber cómo era Campeche, y por el otro lado conocer a ese señor que escribía de esa manera. Te puedo decir que con todo lo que he leído de él y como lo conocí a través de su escritura, no siento que haya sido mi papá, un ser distinto separado de mi. Es un cuate que realmente me hubiera gustado compartir con él sus reuniones. Hubo un tiempo largo en que rechazaba su escritura porque pensaba que era mi padre. ¿Tú escribiste Imagen de Héctor como homenaje a su libro Imagen de nadie? No precisamente. Porque la percepción que tengo de él es una imagen, como no lo conocí, por más que lo haya estudiado sólo tengo su imagen. La novela no la hice a su manera, porque él tiene influencias del estridentismo, incluso el vocabulario de su novela está hablando al mismo tiempo de un lenguaje de vanguardia. ‘Por lo que describes en el libro tu papá fue un hombre muy abierto, que siempre quería estar del lado de los desposeídos. Él se formó con los lineamientos de la Revolución, mismos fundamentos que puso en su pensamiento y en sus acciones. Recuerdo la polémica en torno al nacionalismo con Alfonso Reyes, cuando lo increpó con su juventud en el periódico. Reyes le contestó con un libro que se llama A vuelta de correo, donde le señala que aunque él esté lejos del país si le preocupan los asuntos nacionales. Lo importante para mí de esa polémica es que tanto Reyes como mi papá pusieron su pensamiento por escrito en un momento determinado. Eran dos personas inteligentes, que no usaban las palabras para ofenderse sino para escudriñar en el conocimiento. Como eran dos gentes afines a su deseo de conocimiento pudieron después llevar una amistad muy profunda. Reyes cuenta que cuando regresó de Río de Janeiro, donde fue embajador, se impresionó por la juventud de mi padre, pues éste lo fue a recibir al aeropuerto. Y le dijo que cómo un hombre tan joven podía tener una cultura tan vasta. Tenía una pasión profunda precisamente por temas nacionales. ¿Podríamos hablar en ese sentido de que tu padre iba a la vanguardia del periodismo en México? No estaría de acuerdo contigo. Lo que pasa es que mi padre era un apasionado de la historia, sobre todo aquella relacionada con la península de Yucatán, porque era campechano. De ahí su libro Piratería en Campeche. Todo su conocimiento de esto se lo debla más que al periodismo a su interés por la historia. Pero en su parte periodística se aprecia su buena pluma en Por los caminos de Campeche, crónicas que presentan la situación económica, política y social del estado como literatura. Al realizar la recopilación de su obra, ¿cómo encontraste sus relaciones amistosas con los intelectuales del momento? Siento que tuvo una relación respetuosa, también con los gobernantes del momento, Miguel Alemán y Ávila Camacho. Tengo cartas y documentos de cuando fue secretario de Gobernación, y enfermo, Alemán quiso mandarlo a Rochester para un reconocimiento, pero mi padre necio creyó que no era nada grave y prefirió continuar en su trabajo. Él apoyó a muchos de los refugiados españoles, León Felipe fue un amigo entrañable; con Juan Rejano, con los pintores españoles, Souto, Luna, Miguel Prieto. Fernando Benítez me contó cómo en las noches iban llegando a la Secretaría de Gobernación a las tertulias literarias o políticas, para enterarse de lo que ocurría en el mundo. Cuando estaba muy enfermo y ya no se presentaba a la Secretaría su contacto con el mundo era por medio de cartas. Era impresionante cuántas le llegaban, ya fuera de campesinos, actores, intelectuales, en fin, los documentos están ahí. Había gran preocupación por su salud. ¿Qué tanta difusión tiene su obra? La cuestión no está en mis manos, yo realicé la recopilación de su obra pero la distribución no me corresponde. Tal vez hace dos años hubiera sido necesario hacer una presentación. Ahora, de lo que hablábamos al principio de la charla, a lo mejor no ha sido valorado su obra literaria. Porque se da mayor atención a su quehacer político y como esa palabra es sinónimo de corrupción y deshonestidad, no se le presta mucha atención a su obra literaria. Pero hasta la fecha no he encontrado a alguien que lo juzgue mal políticamente. |