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Mi familia y la Bella Durmiente cien años después El cuento favorito de María es La Bella Durmiente, y el tío |
Zamma, Patricia: La familia vino del norte |
Zama, Patricia “Silvia Molina, escritora-historiadora” Búho, 20 de marzo de 1988
En México, la novela histórica parece más fiel a la realidad que los ensayos e investigaciones oficiales: hemos padecido siempre la manipulación de los datos que convierten nuestra historia en una caricatura de héroes y villanos, de superhombres y malditos. Quizá por ello los escritores han tomado por su cuenta el rescate del pasado partiendo de testimonios orales, cartas, fotografías y, sobre todo, han usado la imaginación para reconstruir los trozos incompletos. En La familia vino del norte, Silvia Molina retoma la tradición del escritor historiador y reconstruye el rompecabezas del periodo posrevolucionario al contar la historia del general Teodoro Leyva, que fuera brazo derecho del general Benjamín Hill y, hasta 1927, seguidor del general Álvaro Obregón. La trama se centra en develar los secretos del general Leyva y el trasfondo político de su misterioso encierro durante un año. El pretexto para emprender la investigación es una nieta curiosa y terca, involucrada sentimentalmente con un periodista que se especializa en escribir ensayos históricos. Tras la muerte de su abuelo, Dorotea Leyva, la narradora que trabaja poniendo orden en el archivo del periodista Manuel, inicia las indagaciones interrogando a su familia y rescatando cartas, fotografías y periódicos viejos para saber por qué su abuelo, héroe de la Revolución, tuvo que permanecer escondido durante un año en el sótano de su casa, mientras el general Obregón triunfaba en su campaña de reelección como Presidente de la República. Paralelo a este relato, corre el romance entre la joven y el periodista, que funciona como enlace para dar actualidad a la narración. La pareja conduce una pesquisa de aficionados con cierto tinte de novela policiaca. De esa manera, van atando los cabos que estaban sueltos no sólo en torno de la vida del general Leyva, sino también de esa pugna entre los caudillos de la revolución por ascender al poder. En el camino, Dorotea palpa la corrupción de la “familia revolucionaria”, rompe con sus padres, se independiza y cambia la carrera de biología por la de historia, disciplina que define como: “La reconstrucción de las ruinas, un eterno recomenzar otra vez a construir, a levantarse, a transformar hasta descubrir algo diferente.” La coincidencia de escritores mexicanos en el deseo de recuperar la historia ha formado un género sólido en la literatura nacional, apuntalado por dramaturgos y novelistas fundamentalmente, que hace de la literatura la alternativa para salvar las lagunas documentales que padecemos. Hay un largo camino recorrido por Silvia Molina desde su primera novela (La mañana debe seguir gris,1977), que le valió el Premio Villaurrutia de ese año, a La familia vino del norte, su quinta obra, en la que denota madurez en el oficio y continúa la tónica estilística que le caracteriza, porque conmueve al lector y hace sentir la veracidad del relato.
Silvia Molina, La familia vino del norte, Editorial Océano, México, 1987. |