México, Joaquín Mortiz, 1977.
Cal y Arena ISBN: 968-493-086-0 Primera edición: 1977 En las páginas de esta novela se narra con desenfado y frescura una inusitada historia de amor, que es a la vez la reiterada historia de amor de los clásicos, contemporáneos e inimaginables amantes por venir. El libro es sencillo y emociona tanto por su espontaneidad como por lo que se empeña en sugerir, en no dar, en callar. Entre las virtudes que el lector encontrará en La mañana debe seguir gris, la novela que le valió a Silvia Molina en 1977 el Premio Xavier Villaurrutia, se encuentran el lenguaje llano, la forma objetiva y discreta en que la narradora cuenta los hechos a los que se enfrenta y la curiosa estructura de la novela que logra, sin hacer perder el interés en la lectura, contar la historia dos veces. La primera, revela los hechos escuetamente en una cronología o diario que antecede la novela; cronología que recoge a partir del 10 de noviembre de 1969 la historia personal de la narradora (Conozco a José Carlos Becerra…), al mismo tiempo que una serie de sucesos reales, registrados en los periódicos del mundo (Roma: una manifestación a favor del divorcio se realizó hoy aquí…), y termina el 17 de mayo de 1970 con la muerte del poeta tabasqueño José Carlos Becerra. La segunda, es la voz templada de la narradora quien se encarga de recrear una historia de amor desgarrada y después zurcida convenientemente. Pero… ¿cuál es esa historia de amor? La narradora hace un viaje a Londres; en Londres conoce a un poeta, el poeta y la narradora se enamoran; el poeta muere en un accidente automovilístico en Italia… En las páginas de esta novela, el lector encontrará el resto de la historia. |