Mi familia y la Bella Durmiente cien años después El cuento favorito de María es La Bella Durmiente, y el tío |
"Si me pegan es que puedo": Griselda Álvarez |
"Si me pegan es que puedo": Griselda Álvarez
En 2006, cuando trabajaba en la Coordinación Nacional de Literatura del INBA, publiqué un libro llamado Retratos y autorretratos, de Griselda Álvarez a Ángeles Mastretta, a partir de una exposición que le montamos en la Coordinación al fotógrafo Barry Domínguez. Todas eran escritoras nacidas en México en la primera mitad del siglo XX. La primera de la lista era doña Griselda. Le hice la invitación para participar y me respondió que no se sentía con ánimos de escribir nada, y como no podía dejarla fuera le pedí que me dejara entrevistarla. Tenía 93 años y todavía la alcancé en su oficina de la Secretaría de Turismo. Detrás del escritorio seguía viéndose una mujer de carácter y con fuerza. Estaba orgullosa de su vida, de su actuación en la política, de su obra. Me habló de su padre que fue extraordinario para el caballo y el jaripeo; un carrancista que a falta de un hijo le dio a Griselda su primera pistola cuando tenía once años; un gobernador de mano firme. Cuando me hablaba de su padre se veía en sus ojos la nostalgia de su niñez. Le pregunté, obviamente, por el inicio de su carrera literaria, y me contestó que la escritura había sido para ella un ancla, un refugio, un consuelo y una calamidad en la época de sus pasiones amorosas. La cerqué para que me hablara de su vida política y me respondió algo que me pareció una enseñanza: dio batalla porque siempre pensó: “Si me pegan, es que puedo”, y por eso se lanzó a su campaña para gobernadora. Le rogué que me hablara de sus amores: “¿Tú que sabes de eso?”, me preguntó. Le respondí pronta: “Sólo sé Estación sin nombre, Griselda”. Se rió pícara y dijo: “De modo que tú también has esperado en ella el tren del amor, ¿verdad?” Su poeta favorito fue López Velarde; y su tema, la muerte, el más allá, ese “Sueño largo, largo” al que habrá entrado con tranquilidad. |